Contrabando: la red que mueve millones y golpea las fronteras


Todavía no son las cinco de la mañana y el cielo rojizo anuncia el día en Bermejo. Marcelo se levanta en silencio listo para trabajar. Mientras la ciudad apenas despierta, él ya se dirige hacia la ribera del río, donde las chalanas cruzan silenciosas, cargadas de bultos que serán vendidos al otro lado de la frontera.
“Cuando el río suena, es porque piedras trae”, dice el viejo refrán. Y aunque no quisiéramos darle la razón, hoy en día, en las regiones fronterizas de Bolivia, parece más una descripción que una metáfora. El contrabando ha echado raíces profundas en estas tierras, donde el río y sus “piedras”, tienen nombre y rostro: los bagayeros, las chalanas y chancheros, que forman parte del paisaje cotidiano. Autoridades, dirigentes y organizaciones sociales de zonas limítrofes han terminado por naturalizar este ilícito, viéndolo como el sostén económico de sus municipios, del que dependen miles de familias, aun a costa del deterioro de la economía nacional y de la corrupción que esto conlleva.
Desde hace un par de años, Bolivia viene sintiendo con fuerza los efectos de la crisis económica, traducida en la escasez de dólares, una inflación galopante que encarece la canasta básica y la devaluación de la moneda nacional. Lo que ha generado un escenario propicio para el contrabando “a la inversa”, es decir, sacar la producción nacional hacia países vecinos como Argentina, Perú, Chile y Brasil, que ven baratos los productos locales.
Las cifras del contrabando
Según datos del Viceministerio de Defensa Civil, entre enero y agosto de este año, los operativos lograron afectar contrabando por un valor de 89.404.733 bolivianos. Sin embargo, más del 80% corresponde a productos que intentaban ingresar al país, principalmente vehículos y electrodomésticos.
El contrabando a la inversa, es decir la venta de productos bolivianos no declarados a países vecinos, es a menudo minimizado como “menos grave”, que representa a cerca del 20% del total. Empero las cifras de decomisos cuentan otra historia. Solo en la frontera con Chile, se incautaron 32.300 kilos de carne de cerdo, 6.000 kilos de pollo, 133 cabezas de ganado vacuno, toneladas de granos, azúcar y más de un millón de huevos.
Estos números podrían parecer aislados, pero basta imaginar que con la carne decomisada se podría alimentar a toda la población boliviana durante medio año para entender la magnitud del problema. Y lo que vemos es solo la punta del iceberg: el contrabando que logra pasar por rutas no reguladas es mucho mayor y difícil de cuantificar.
Los precios que golpean la frontera
Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, señala que la devaluación del boliviano ha hecho lucrativo vender productos a extranjeros, que pagan en pesos, soles o reales, aumentando las ganancias entre un 30% y 40%. Esta ventaja se amplifica cuando los pagos son en dólares, divisa escasa en nuestro país. Inicialmente, el contrabando involucraba principalmente productos importados con altos aranceles, pero ahora se extiende a enseres, electrodomésticos y productos básicos como verduras y abarrotes.
Aunque en la gestión 2023, la Cámara Nacional de Industrias (CNI) había reportado que el contrabando -que se daba principalmente de Argentina hacia Bolivia- generaba un movimiento económico de 3.464 millones de dólares.
Para la gestión 2024, Romero estima que el contrabando ha movido aproximadamente 3.500 millones de dólares, aunque deja abierta la posibilidad a que esto sea aún mayor. Enfatiza que la única manera de poder determinar con cifras reales, es ejecutar un estudio serio sobre el contrabando a la inversa, ya que actualmente el Gobierno solamente revela datos de los comisos.
También menciona que el contrabando, de entrada y salida del país, representa al menos el 7% del PIB nacional del 2024.
Cuando el contrabando afecta el bolsillo familiar
El principal efecto del contrabando a la inversa, ha sido el desabastecimiento de productos alimenticios en mercados locales, acompañado de un incremento de los precios, principalmente de los productos agropecuarios.
“Se han triplicado los precios, vienen los gauchos y pagan por un vaso de refresco 1.000 pesos como si nada, que al tipo de cambio equivale a 13 bolivianos y para ellos les parece barato, mientras que para nosotros es harto”, señala la vicepresidente del Comité Cívico de Bermejo, Nathalie Gálvez a tiempo de hacer notar el encarecimiento del costo de vida en esta región fronteriza.
Gálvez explica que la diferencia de precios entre la capital chapaca y Bermejo es abismal, no solamente con el precio de los alimentos, sino también en insumos, prendas de vestir y electrodomésticos. “Aquí en Bermejo comprar el blando especial, te sale 70 bolivianos el kilo y en el lado argentino esto se puede vender entre 100 bolivianos, mientras en Tarija cuesta 55 a 60 bolivianos, una palta sale 20 bolivianos, exageran con los precios”, expuso.
El presidente de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) Yacuiba, Pedro Hidalgo, ratifica que el contrabando ha encarecido el costo de vida en las fronteras. Explica que en Tarija, cuando la arroba de papa estaba a 25 bolivianos, en esta región costaba Bs 50.
“A todos los productos que se compran en Tarija, aquí en Yacuiba valen el doble. La carne, aceite, arroz, leche, papel higiénico, la verdad que se encarece todo y no hay control por parte de las autoridades”, manifiesta.
Al otro extremo del país, en Cobija, capital del departamento de Pando, la situación no es muy diferente. Froshily Bernal, una emprendedora pastelera, relata cómo los precios de los insumos se han disparado debido a la reciente fiebre en redes sociales por los “morangos de amor”, unas frutillas confitadas cuya demanda creció exponencialmente en Brasil. La caja de frutillas, que normalmente pesa entre 500 y 600 gramos, y se puede encontrar en el Alto, La Paz, a 20 bolivianos, en Cobija llega a costar hasta 90 bolivianos, reflejando el impacto que tiene la presión del mercado transfronterizo en los precios locales.
El relato de quienes viven en fronteras, de cierto modo contrasta con el IPC que reporta el Instituto Nacional de Estadística cada mes, pues el último informe correspondiente al mes de julio de este año, da cuenta que Bolivia registra una inflación acumulada del 17%. Sin embargo, comparando con el 2024, la variación es del 25%.
El contrabando y la escasez de gas
Según la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) de Bolivia, el precio regulado de la garrafa debería ser de 22.5 bolivianos; sin embargo, debido a la distancia y a la distribución, en tiendas de barrios el costo suele variar entre 25 y 30 bolivianos. Nuestro equipo se trasladó hasta Desaguadero, en la frontera con Perú, donde el gas boliviano se ha convertido en un verdadero tesoro. Los peruanos pagan entre 20 y 25 soles por una garrafa de gas boliviano, mucho más barata que el gas peruano, cuyo precio alcanza los 35 soles.
Esto significa que, mientras en nuestros hogares enfrentamos la escasez de gas, no faltan los “pícaros” que sacan provecho de la situación. La semana pasada, con un tipo de cambio de aproximadamente 4,5 bolivianos por sol, los contrabandistas venden el gas boliviano en la frontera entre 90 y 120 bolivianos, quintuplicando su precio regulado y causando un grave desabastecimiento en el país.
Los protagonistas, el motor humano del contrabando
El contrabando tiene un efecto multiplicador que se disfraza de fuentes de empleo en todas las fronteras, beneficia desde aquellos que hacen el “contrabando hormiga” como lo son los bagayeros, hasta aquellos comerciantes mayoristas que lo hacen en camiones.
Juan Carlos Llanque, presidente de la Asociación de Bagayeros del Gran Chaco, señala que actualmente en la zona de San José de Pocitos, ya alcanzan las 500 personas las que se dedican a esta actividad. Refiere que la crisis económica y falta de fuentes de empleo formal, ha orillado a muchos a optar por esta tarea que les genera ingresos diarios entre 50 a 70 bolivianos por trabajar desde las 7.00 a 13.00 horas.
Llanque asegura que los miembros de su organización no contrabandean alimentos bolivianos hacia Argentina por el riesgo de sufrir comisos. Sin embargo, el dirigente reconoce que hay otras rutas por las que fugan alimentos, pero evita ahondar en detalle.
Contrabando Solo en la frontera con Chile, se incautaron 32.300 kilos de carne de cerdo, 6.000 kilos de pollo, 133 cabezas de ganado vacuno, toneladas de granos, azúcar y más de un millón de huevos
En el caso de Bermejo, son centenares de personas que se dedican al bagayo, pero lo más visible en esta región ha sido el incremento de comerciantes. Según información de la Federación de Gremiales en los últimos meses alrededor de 500 personas han llegado desde el interior del país a asentarse en esta zona fronteriza.
Marcelo A., nos cuenta que su familia está plenamente involucrada en el contrabando. El trabajo comienza en la madrugada, cuando los ya están activos, incluso antes de que abran los comercios y se inicien los controles fronterizos para evitar enfrentamientos con la Gendarmería Argentina. Marcelo comenta que, pese a los intentos del gobierno argentino, como la orden de Javier Milei de colocar un alambrado en la frontera, la estrategia sólo ha desplazado a los chancheros unos 100 metros más abajo, sin resolver la problemática. Además, relata que personas provenientes de Argentina llegan a hacer compras, almacenan la mercadería en habitaciones de hoteles y luego la envían con la ayuda de su grupo para que sea recogida al otro lado, en un punto acordado. Incluso tienen contacto con empresas de transporte que gestionan envíos hasta Buenos Aires.
El mismo Gobierno Municipal de Bermejo ha reconocido que la fuerte actividad comercial ha generado desorden y caos, pues centenares de personas han copado espacios verdes, pasos peatonales y calles. Frente a esto han impulsado un reordenamiento, que aún está en marcha.
¿Hay un plan real para enfrentar el contrabando?
En el actual proceso electoral, los partidos en carrera reconocen que el contrabando es uno de los principales males que afectan a la industria y economía local, y plantean la necesidad de una lucha frontal contra esta problemática. Sin embargo, ninguna propuesta concreta señala cómo enfrentar esta problemática de raíz.
Mientras tanto, Marcelo y su familia seguirán despertándose con el cielo rojizo de las madrugadas en Bermejo, buscando ganar su jornal, sin ser conscientes del daño que le hacen al país y de que, sin querer, también están coadyuvando a encarecer el costo de vida en sus propias comunidades. Así, el amanecer rojizo que anuncia esperanza también es testigo de un sistema que consume desde adentro a las familias que dependen de él.
El contrabando continúa siendo un círculo vicioso que golpea a Bolivia desde sus fronteras, donde la falta de respuestas claras y efectivas amenaza con perpetuar una problemática que afecta tanto a la economía formal como a quienes dependen de estas redes informales para sobrevivir./El País
