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Gobierno admite retraso en entrega de harina subsidiada y no puede controlar el precio del pan

El tradicional pan de batalla, uno de los alimentos más consumidos por las familias bolivianas —sobre todo en el interior del país— atraviesa una crisis silenciosa. El Gobierno reconoció que, debido al retraso en la distribución de harina subvencionada por parte de la estatal Emapa, no tiene capacidad real para fiscalizar ni el peso ni el precio de este producto.

“Mientras no entreguemos la harina, muy poco se puede controlar. Solo podemos fiscalizar cuando el pan se elabora con harina subvencionada. Si usan harina comprada en el mercado, los precios y el peso ya no están bajo nuestra jurisdicción ”, admitió el viceministro de Defensa de los Derechos del Usuario y del Consumidor, Jorge Silva, al señalar que los productores están adquiriendo la materia prima a precio de mercado, lo que eleva los costos de producción.

El funcionario también confirmó que el pan de batalla ha reducido su peso a 60 gramos —cuando anteriormente oscilaba entre 70 y 85 gramos—, aunque señaló que todavía se encuentra dentro del margen legal permitido. A pesar de ello, el pan sigue vendiéndose a 50 centavos, pero esa estabilidad está atada a que los insumos provengan de la subvención estatal.

Mientras tanto, el malestar crece en el sector panificador. Willy Sarmiento, dirigente del gremio, explicó que los panaderos están en emergencia por la falta de insumos como manteca, levadura y, sobre todo, harina. “Antes usábamos siete quintales diarios. Hoy apenas cinco, y ya hemos dejado de trabajar dos días a la semana”, detalló.

Sarmiento recordó que anteriormente se podía compensar con mezcla de harina subvencionada y harina comprada, pero el alza de precios lo ha vuelto inviable. “A la fuerza vamos a tener que incrementar el precio”, advirtió.

En respuesta, el Gobierno anunció que enviará una nota oficial a la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) para que garantice la provisión del insumo clave. Sin embargo, mientras eso ocurre, el pan —símbolo de estabilidad y alimento básico en Bolivia— comienza a achicarse en tamaño y, pronto, también podría encarecerse. /El Deber

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