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Secuestros y sicariatos por pugnas narcocriminales encienden alertas policiales

Cinco casos de secuestros y sicariatos, vinculados a supuestas pugnas de poder entre narcotraficantes, cometidos en Santa Cruz y Cochabamba, encendieron las alarmas de la Policía boliviana, que ha desplegado equipos especiales para identificar y dar con los responsables. 

Los primeros dos casos son dos secuestros cometidos el 26 y 29 de julio, en la ciudad de Santa Cruz. De acuerdo a los videos de cámaras de seguridad, ambos hechos fueron perpetrados por civiles armados, quienes ocultaron sus rostros con pasamontañas, pero que vestían chalecos con distintivos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn).

“Las primeras hipótesis que se tienen son que estos crímenes están relacionados con el tema del narcotráfico”, informó el ministro de Gobierno, Roberto Ríos, de forma escueta, ayer, en La Paz. Por su parte, el comandante departamental de la Policía de Santa Cruz, Rolando Rojas, descartó provisionalmente de que se trate de acciones ejecutadas por verdaderos efectivos de la Felcn.

También se desconoce si existe relación entre las dos víctimas, el primero fue identificado como José Carlos Canelas Dorado, de 43 años de edad, secuestrado en inmediaciones del octavo anillo. La segunda persona interceptada por el grupo de supuestos policías, se trata de Erick Roberto Baeza Achá, de 61 años, interceptado en el barrio Las Palmas.

En el caso de Baeza, según un auto supremo del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), AS/0443/2002, su nombre y el de otros familiares suyos están vinculados a una sentencia por un delito similar. Otros reportes mencionan que Baeza Achá estuvo involucrado en dos secuestros, el primero cometido en Santa Cruz en 1986 y otro en Cochabamba, en 1988.

El tercer hecho criminal relacionado al narcotráfico, se dio la madrugada del 11 de agosto, en la comunidad Nueva Tacopaya del municipio Villa Tunari de Cochabamba, donde un vehículo de la Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar) fue emboscado con disparos de armas de fuego de  un grupo de pobladores, luego de que los uniformados destruyeron cinco fábricas de cocaína y secuestraran una camioneta, en la que se transportaba precursores.

Producto del hecho, resultaron heridos el subteniente José Luis Cruz Vargas y el sargento Miguel Becerra Zeballos. Los delincuentes también atacaron a la ambulancia de ese municipio, cuando se disponía a evacuar a los policías.

El cuarto crimen, se trata de un sicariato de tres extranjeros, revelado la madrugada del miércoles 13 de agosto. Los cuerpos fueron hallados al interior de una vivienda ubicada entre el segundo y tercer anillo de la avenida Beni, donde también se aprehendió a cuatro varones, quienes se presume tenían la misión de hacer desaparecer los cuerpos.

Los tres cadáveres estaban envueltos en bolsas de plástico. El examen preliminar del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), informó el fiscal Herlan Rodríguez, revela que las tres víctimas fueron maniatadas y ejecutadas con disparos de armas de fuego en la cabeza. Uno de los fallecidos tenía varios tatuajes.

El último dato que se conoció antes de que la jueza del control jurisdiccional declare la reserva del caso, es que dos de los extranjeros fueron identificados como Nazapebckn Lazarevski, de 43 años, de nacionalidad búlgara, y Dejic Miljan, de 38 años, serbio, se presumen que la tercera víctima era originaria de Dubái.

El fiscal Rodríguez informó que los cuatro aprehendidos fueron imputados por asesinato, en grado de autoría, y la jueza determinó su detención preventiva por 180 días.

El quinto hecho criminal, ligado al ajuste de cuentas entre narcotraficantes, se dio la noche del mismo miércoles, contra dos personas que circulaban en un vehículo gris, en el municipio de Entre Ríos. Desde la Felcc se informó que dos delincuentes descendieron de otro motorizado y abrieron fuego contra el motorizado de las víctimas, para luego huir del lugar. 

Los heridos, dos varones de 26 y 31 años, fueron evacuados, uno hasta un hospital en Cochabamba y el segundo a otro en Villa Tunari. En la escena del crimen se levantaron 13 casquillos de 5.56 milímetros de calibre./El Deber

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